By Pilar Marrero

Jan 17, 2025

The Pacific Palisades Bowl Mobile Estates destroyed by the Palisades Fire is seen in the Pacific Palisades neighborhood of Los Angeles, Thursday, Jan. 16, 2025. (AP Photo/Damian Dovarganes)

Fire Recovery

Los devastadores incendios que todavía arden en Los Ángeles han dejado una enorme estela de destrucción humana y material y ya comienzan a surgir las historias sobre el rol que los inmigrantes están teniendo y tendrán en la recuperación de este desastre, probablemente el peor en la historia de California.

Aquí, alertan los observadores y estudiosos del tema, podría venir el “segundo desastre”: la victimización, a menudo sin control, de la mano de obra más esencial de todas: la que limpia, recoge, reconstruye y sana a toda una región después que la emergencia inmediata termina.

Hay quienes han llamado a estos trabajadores “los segundos auxilios” (second responders).

“Los muchachos (jornaleros) ya están afuera ayudando porque no hay suficiente personal de la ciudad”, relata Angelica Salas, directora ejecutiva de la Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes de LA (CHIRLA) “Ellos están pasando por las calles, ayudando a la gente a cortar sus árboles y a quitarlos de las carreteras.”

Pero Salas sabe lo que viene: “es algo que siempre pasan, ellos van, limpian y reconstruyen y de repente es el no pago de sueldo, entrada en zonas tóxicas sin protección, y contratistas que contratan a subcontratistas y a jornaleros sin ninguna garantía”.

Más que nunca, este temor tiene origen en la realidad: esta reconstrucción comienza a pocos días de la toma de posesión de Donald Trump en su segundo período como presidente.  Trump ha prometido una guerra sin cuartel y deportaciones masivas de inmigrantes indocumentados, y esto tendrá un efecto también en lo que ocurre con esta población en sus trabajos.

“El miedo es realmente importante. Creo que la gente podría no presentarse a los trabajos en Los Ángeles por miedo a que les hagan una redada”, señaló Jennie Murray, del Foro Nacional de Inmigración, una organización nacional que reúne a empresarios con líderes policiales que simpatizan con la necesidad de una reforma migratoria integral.

La gran mayoría de los trabajadores esenciales en las áreas de construcción, limpieza tras desastres y otras especialidades que serán urgentes en Pacific Palisades, Altadena y en cualquier lugar afectado por los incendios, son inmigrantes y muchos de ellos son indocumentados o cuentan con un permiso temporal bajo programas como TPS y DACA que el nuevo gobierno amenaza con eliminar.

“Estas son las personas que reconstruyen a los Estados Unidos tras huracanes, inundaciones y fuegos, la gran mayoría son inmigrantes y son altamente vulnerables y son muy explotados mientras realizan ese trabajo”, explicó hace unos años durante una entrevista con NPR el activista Saket Soni, de Resilient Workforce.

Hace casi 20 años, tras el devastador Huracán Katrina, que desoló a Nueva Orleans como ningún otro debido a la ruptura de los diques y la mediocre respuesta oficial, el gobierno de George W. Bush suspendió las sanciones a empleadores que contraten a indocumentados durante 45 días en las regiones afectadas para facilitar las tareas de reconstrucción.

Desde entonces, los desastres naturales ligados al cambio climático se han multiplicado en los Estados Unidos y los trabajadores inmigrantes se han convertido en una fuerza esencial en lo que ya se ha convertido en una industria de decenas de miles de millones de dólares pagados tanto por el gobierno como por compañías de seguro.

El temor a la detención y la deportación es una barrera importante y contribuye, dicen los expertos, a que se cometan abusos laborales y a problemas de salud y seguridad de estos trabajadores.

Nick Theodore, profesor de la Universidad de Illinois en Chicago, realizó un sondeo de trabajadores que trabajaron en la reconstrucción de Nueva Orleans tras el Huracán IDA en 2021.  Seis de cada 10 de ellos eran trabajadores locales y otros 4 de cada 19 llegaron a NOLA después del huracán provenientes de otras zonas de Estados Unidos para trabajar en el desastre, los llamados “storm chasers”.

Pocas fuerzas laborales son tan flexibles como la inmigrante, y en este caso, se precisa de trabajadores que vayan de lugar en lugar haciendo estos trabajos.

El survey de Theodore encontró muchas instancias de violaciones laborales y robo de salarios. Muchos trabajadores reportaron varios efectos físicos tras las operaciones de limpieza tras la catástrofe, que expuso al personal de intervención a una serie de substancias tóxicas.

Desde su casa en la frontera entre Pasadena y Altadena, Angelica Salas, una de las lideres proinmigrantes más sobresalientes de Los Ángeles, se preocupa por lo que viene y traza los planes del trabajo de educación y defensa que su organización tendrá que realizar en los próximos meses y años.

“Aquí en California hemos pasado por muchos desastres naturales y climáticos y, en cada situación, los que van y reconstruyen son casi siempre los inmigrantes latinos”.

Los latinos no solo son los reconstructores, también son buena parte de las víctimas de este siniestro.

La líder proinmigrante Salas y casi 300 miembros de su familia viven en una zona que está tanto dentro como a los alrededores de la tragedia y varios de ellos han sufrido las consecuencias.

“Mi sobrina perdió su casa, también el papá del esposo de mi prima, la casa de mi mejor amiga se quemó y también la casa de mi prima”, cuenta Salas. “A mi mamá la evacuaron y varios familiares se quedaron sin trabajo porque o trabajaban como domésticas, una hermana de mi mamá trabajaba en un lugar donde cuidaban viejitos, ese también se quemó. Mi hermana es maestra en una escuela que también se quemó”.

Los padres de Angelica fueron los primeros en llegar de El Salvador en los años 70, y luego fueron viniendo todos los demás. Todos se asentaron en el noroeste de Pasadena, “uno de los pocos lugares donde los afroamericanos y los latinos podían comprar casa”.

Un estimado del Instituto de Políticas Públicas y Política de UCLA señala que más de 74,000 latinos viven en áreas que fueron evacuadas y en las que esperaban serlo. Uno de cada cuatro fue desplazado o está a riesgo de serlo en el condado de Los Angeles. Estas poblaciones ya tienen vulnerabilidades económicas y físicas por su regular exposición a tóxicos en sus vecindarios, y muchos no tienen ningún tipo de seguro.

Tras sus reflexiones sobre el efecto de la catástrofe en su familia, Salas se expandió sobre el fuerte trabajo que le espera a su organización y a muchas otras, para educar y defender a la fuerza laboral y a las familias inmigrantes, que serán tan necesarias y a la vez, tan perseguidas.

“En estos momentos estamos hablando con el Comisionado Laboral de California sobre aumentar las protecciones para los inmigrantes indocumentados y los trabajadores inmigrantes en general”, dijo Salas. “Para un patrón inescrupuloso lo más fácil es decir: “voy a llamar a inmigración, a quien te vas a quejar?”

En esta situación en la que se va a necesitar tanta mano de obra para la construcción de Los Ángeles, sin mencionar todo lo que hay que construir para las proyectadas Olimpíadas de 2028 en la ciudad, el peligro es que cueste conseguir la mano de obra o que esta sea sometida a tremendos abusos de diversa clase.

“Es una tormenta perfecta”, dijo Murray, del Forum. “Estos fuegos están ocurriendo en momentos en que disponibilidad laboral es baja, en que no hay suficientes trabajadores para nuestras industrias en general, no solo construcción”.

De acuerdo a Murray, esto podría incluso afectar a la industria de los seguros, ya que encarecerá el costo de la construcción y el costo de las pólizas “porque estos trabajadores no estarán disponibles o tendrán temor de trasladarse a los lugares donde se les necesita”.

El efecto de todo esto a las puertas de la Administración Trump, tan hostil a los inmigrantes, es algo que nadie puede predecir, pero que muchos temen.

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