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La asistencia disminuye a medida que aumentan los temores: cómo las aulas pierden terreno en la era Trump.

Por Pilar Marrero

Attendance Dips

Las familias inmigrantes suelen encontrar esperanza en la educación de sus hijos, a pesar de las dificultades e incertidumbre que conlleva la migración. En su libro * Now We Are Here: Family Migration, Children’s Education, and Dreams for a Better Life *, la investigadora de Harvard Gabriella Oliveira muestra cómo los padres consideran la educación como una «moneda de amor», una forma de dar sentido a los sacrificios realizados e invertir en un futuro estable.

Hoy en día, uno de cada cuatro niños en Estados Unidos tiene al menos un padre inmigrante; sin embargo, las escuelas de todo el país se enfrentan a la escasez de personal, las barreras lingüísticas y los recortes presupuestarios en programas de diversidad e inclusión. Oliveira advierte que las consecuencias de no educar a estos niños se sentirán en toda la economía y el tejido social del país, mientras que las propias familias inmigrantes siguen demostrando resiliencia, esperanza y fe en la educación como el camino más seguro hacia la integración y las oportunidades.

En su libro, usted describe la educación como una “moneda de amor”. ¿Cómo surgió este concepto y en qué se diferencia de la narrativa habitual de la migración por razones económicas?

La gente suele migrar por inestabilidad o falta de oportunidades, pero esa es solo una parte de la historia. Las familias migrantes son más que actores económicos; tienen esperanzas y sueños. La educación se convierte en una fuerza estabilizadora, una promesa que justifica el sacrificio. Enviar a un hijo a la escuela, verlo aprender y crecer, se convierte en un acto de amor y significado que trasciende lo económico.

Muchos padres siguen diciendo que Estados Unidos vale la pena el sacrificio, pero estos son tiempos difíciles para los inmigrantes. ¿Cómo lo están afrontando las familias ahora?

Mi investigación comenzó durante la primera presidencia de Trump, cuando la detención y la separación familiar eran prácticas generalizadas. Las familias se enfrentaron a múltiples trastornos —migración, detención, COVID— y ahora viven bajo vigilancia y temor constantes. Algunos padres evitan conducir o enviar a sus hijos a la escuela, optando por el transporte escolar. Esta ansiedad afecta la capacidad de aprendizaje de los niños. Sin embargo, a pesar de todo, las familias mantienen una esperanza y una resiliencia admirables.

El caso de Nory Sontay Ramos, la estudiante sobresaliente deportada junto a su madre, quien posteriormente falleció, es desgarrador. ¿Cuál es el costo de estos sucesos para nuestro país?

Estas políticas perjudican profundamente a los jóvenes bajo la premisa de que «son resilientes». Eso es injusto. El trauma de la deportación o la pérdida de un familiar deja cicatrices imborrables. Las políticas de disuasión provocan sufrimiento intencionadamente, creyendo que así detendrán la migración, pero el efecto a largo plazo es la exclusión, la pérdida de confianza y el debilitamiento de nuestro tejido social.

Attendance Dips

Gabrielle Oliveira, profesora asociada Jorge Paulo Lemann de Educación y Estudios Brasileños en la Escuela de Graduados de Educación de Harvard, analiza las consecuencias de un sistema de inmigración diseñado para desalentar y disuadir la migración.

¿Cómo pueden los educadores apoyar a las familias migrantes?

Se exige a los docentes que resuelvan los problemas de la sociedad mientras trabajan en exceso y reciben salarios bajos. Las mejores aulas parten de la confianza: conocer las historias de los alumnos, sus países de origen y cómo les afecta la inmigración. Cuando los niños comparten experiencias difíciles, los docentes no deben evitar el tema, sino escuchar e involucrar a orientadores, trabajadores sociales y personal administrativo. Los equipos de apoyo escolar integral, como los de Nueva York y Massachusetts, abordan no solo las necesidades lingüísticas, sino también las emocionales y sociales.

En su investigación, ¿tienen los valores parentales más peso que los factores económicos a la hora de motivar la migración?

Están interrelacionados. Los padres migran para brindar estabilidad y oportunidades, mientras que los hijos definen el éxito a través de la educación. Los padres ven el trabajo y el apoyo a sus hijos como una muestra de amor; los hijos ven el aprendizaje y la graduación como el éxito. Las metas económicas y educativas se desarrollan en paralelo.

Las familias del este de Asia suelen provenir de sistemas académicos sólidos. ¿Cómo perciben la educación estadounidense y el sueño americano?

El sueño americano sigue vigente: la idea de que si uno trabaja duro, las oportunidades llegan. En países como Brasil, las escuelas carecen de recursos básicos, por lo que la educación estadounidense se percibe como un gran avance. Los padres latinoamericanos valoran la educación y crían personas bondadosas y con valores morales, mientras que otros buscan la creatividad y la innovación ausentes en sistemas rígidos. Algunos planean migrar para acceder a una mejor educación; otros descubren esas oportunidades una vez que llegan.

¿Dispones de datos comparativos sobre la primera y la segunda generación?

Los estudiantes de primera generación suelen progresar más rápido, mientras que los recién llegados comienzan con desventaja debido a las barreras lingüísticas, pero se ponen al día para quinto grado y a menudo superan a sus compañeros. Sin embargo, los resultados dependen en gran medida de la pobreza y el código postal. Muchos niños inmigrantes asisten a escuelas superpobladas y con pocos recursos, lo que limita su potencial.

¿Cuáles son los mayores desafíos para los distritos escolares en la actualidad?

Personal. Uno de cada cuatro niños en Estados Unidos tiene un padre inmigrante; sin embargo, muchas escuelas carecen de personal bilingüe, incluso recepcionistas o coordinadores. La falta de financiación ha eliminado puestos clave. Otro problema causado por la falta de formación y recursos es la identificación errónea de estudiantes que están aprendiendo idiomas como estudiantes con necesidades especiales.

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Gabrielle Oliveira, profesora asociada Jorge Paulo Lemann de Educación y Estudios Brasileños en la Escuela de Graduados de Educación de Harvard, analiza los desafíos que enfrentan tanto los estudiantes inmigrantes como sus maestros y ofrece ideas sobre lo que los maestros pueden hacer para apoyar a los niños inmigrantes mientras procesan la difícil transición.

Las familias coreanas y de otros países inmigrantes valoran profundamente la educación. ¿Cómo se compara esto con sus hallazgos y cómo pueden las escuelas apoyar a los estudiantes biculturales?

Muchas familias comparten la idea de que «la educación lo es todo», pero la definen de forma amplia: como el desarrollo del carácter, el respeto y la dignidad, no solo el éxito académico. Las escuelas a menudo limitan la educación multicultural a «héroes y festividades». La verdadera inclusión surge de la participación de las familias, la celebración significativa de la cultura y la consideración de la diversidad como una ventaja, no como una desventaja.

¿Alguien ha creado una base de datos que rastree el proceso que lleva a los jóvenes desde la escuela hasta la deportación?

La socióloga Joanna Dreby, de la Universidad Estatal de Nueva York (SUNY), cuenta con datos importantes sobre familias inmigrantes, aunque no específicamente sobre menores debido a las leyes de privacidad. Dado que el gobierno no proporciona información clara, investigadores como ella están creando bases de datos alternativas para rastrear estos patrones.

¿Cómo afecta la educación de los hijos de inmigrantes a la economía estadounidense?

La competitividad de Estados Unidos siempre ha dependido de la mano de obra inmigrante. No educar a estos niños genera costos a largo plazo: menor recaudación fiscal, escasez de trabajadores cualificados y debilitamiento de la cohesión social. Invertir en educación fortalece la economía y la sociedad.

Algunas familias ahora mantienen a sus hijos en casa o solicitan clases en línea por temor a la deportación. ¿Qué tan perjudicial es eso?

Sí. La mayoría de los estados retomaron las clases presenciales, pero la asistencia ha disminuido. Aún no nos hemos recuperado de las pérdidas de aprendizaje previas a la pandemia en matemáticas y lectoescritura. Cada día que falta, la brecha se amplía. Los distritos intentan tranquilizar a los padres asegurándoles que es seguro, pero el temor a la deportación mantiene a muchos alejados.

¿Cómo afecta la reacción negativa contra la DEI a la educación?

No se trata solo de nombres. Eliminar las oficinas de DEI implica perder financiación, personal y conocimiento institucional. Sin apoyo centralizado, el profesorado queda desamparado. Quienes construyeron sistemas inclusivos están siendo marginados y su experiencia se pierde.

¿Qué barreras enfrentan los estudiantes inmigrantes indígenas cuando las escuelas asumen que todos los latinos comparten el mismo origen?

En una escuela de Nueva York se hablan más de 125 idiomas. Es imposible abarcarlos todos, especialmente los indígenas, pero las escuelas pueden invitar a los padres a participar como voluntarios y usar herramientas tecnológicas para traducir. La clave es la curiosidad, no ver la diversidad como una carga. Programas como los “grupos de almuerzo” ayudan a los niños a compartir sus culturas con orgullo en lugar de ocultarlas.

¿Cómo pueden los padres animar a sus hijos a permanecer en la escuela a pesar del miedo y las dificultades?

Los adolescentes que emigran tarde suelen preferir trabajar a estudiar, mientras que los más jóvenes tienen más probabilidades de graduarse. Los padres deben recalcar que cada etapa educativa —bachillerato, universidad comunitaria, universidad— amplía las oportunidades. Pero los hijos no deben cargar con el peso emocional de «salvar» a la familia. Necesitan tanto ánimo como apoyo emocional.

¿Cómo logran las familias inmigrantes equilibrar la educación formal y la formación profesional?

La educación formal, desde preescolar hasta bachillerato, es esencial, pero la formación profesional es igualmente valiosa. Los padres fomentan los intereses de sus hijos, ya sea que estos se inclinen por un oficio, la educación superior o una licenciatura. Todos los caminos hacia la estabilidad y el éxito son importantes.

¿Qué pasa con las ONG y los organizadores locales que están cubriendo los vacíos que deja la disminución del apoyo federal?

Son héroes anónimos que trabajan con recursos insuficientes y sobrecargados de trabajo. A pesar de la escasez de recursos, las comunidades locales están reconstruyendo la solidaridad mediante campañas de recolección de alimentos, programas de ropa y ayuda vecinal. Gran parte del trabajo real se realiza ahora a nivel local, a menudo discretamente, para evitar represalias. Apoyarlos con donaciones es fundamental.

¿Cómo se puede llegar a los políticos conservadores que rechazan los argumentos a favor de los inmigrantes?

El enfoque más eficaz consiste en centrarse en la infancia. La historia de un solo niño puede tender puentes y apelar a valores morales compartidos. Cambiar la narrativa de los inmigrantes que «toman» a los que «dan», a través de la educación y la contribución, tiene un gran impacto. Cuando las conversaciones giran en torno al bienestar infantil, incluso los escépticos empiezan a escuchar.

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